Mi pueblo era....¡un encanto! sereno, callado, tranquilo, solo  el canto de las aves podía   romper sus silencios,  y a la vez armonizar con el suave murmullo de los riachuelos, bajando alegres por laderas y montes al encuentro con su río, 
Mientras sus frondosas alamedas, abrigan con verde manto, su vega y sus campos, protegiendo las cosechas, y el sol va tendiendo sus manos sobre alfombras doradas de trigo.
Como no plasmar tanta belleza, si aunque ciegos fueran, los ojos que la contemplan, no habría ni un rincón en el alma que no hubiera dibujado e imaginado ya todos los colores del arco iris, en éste bendito pueblo, al que  Dios le dio su bendición. 
Éste valle encantado, que parece dormitar placentero, entre esas pequeñas gotas de rocío, que al despertar en las mañanas, baña sus pies en las aguas tranquilas del copioso río.

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